Semblanza del precursor del cicloturismo como tal, más allá del propio deporte del ciclismo. Auténtico apasionado de este vehículo como medio hacia la libertad física y espiritual. Conocido con el sobrenombre de Velocio, cimentó los grandes pilares en los que se asienta esta filosofía de vida.
Se puede atribuir a Paul de Vivie (Pernes les Fontaines, Francia 1853 -1930) la creación del término cicloturismo. Conocido con el sobrenombre de “Velocio” se le reconoce, no sin motivos, como el padre del cicloturismo, término que acuñó entendiendo este como la necesidad de montar en bici por el mero placer de hacerlo, lejos de alguna motivación competitiva o como medio de transporte necesario.
Velocio era un auténtico apasionado de la bicicleta, modificó multitud de ellas, sus cuadros, transmisiones, bielas, manillares, neumáticos, hasta el punto de que cerró su próspera empresa de seda y montó otra de bicicletas, primero trayéndolas de Inglaterra y luego fabricando las suyas propias. Así en 1889 fabricó su primer modelo, “La Galioise”, ya con el cuadro en forma de diamante que ha perdurado hasta la actualidad. En este campo su hito más importante fue concebir y fabricar el primer desviador o cambio de velocidades, que permitía modificar el desarrollo de la bici en función de la pendiente del terreno por el que se circulaba.
Su invento, cuya primera producción en serie fue realizada en 1906, no tuvo mucha aceptación en un principio. Los organizadores del Tour de Francia, por ejemplo, decían que era para abuelos, inválidos y mujeres. El, sin embargo, disfrutaba sus subidas al Col de la Republique con su bici de cambios, en las que pasaba a los otros ciclistas que se encontraba.
Fundó la revista”Le Cycliste”, desde donde promocionó el uso recreacional de la bicicleta gracias a su buena pluma y su vocación de transmitir a través de esta todo lo relativo a la bicicleta y los avances conseguidos con ella, tanto a nivel de transformación como de hazañas en recorridos de larga distancia, siendo también uno de los padres de las pruebas no competitivas de esta nueva modalidad.
Algunas veces fue criticado por sus recorridos de larga distancia. Se decía que él se hipnotizaba con la velocidad y el kilometraje y no veía nada del paisaje debido al ritmo tan exigente, a lo que el respondía:
“Estas personas no se dan cuenta de que la conducción vigorosa implica los sentidos. La percepción se agudiza, las impresiones se acentúan, la sangre circula más rápido y funciona el cerebro mejor. Todavía recuerdo vívidamente los más pequeños detalles de los viajes de muchos años atrás. ¿Hipnotizado?, es el viajero de un tren o un coche el que lo hace hipnotizado.”
Para él, la bicicleta era la expresión de una filosofía personal y el camino a la libertad física y espiritual. Impresiona leer sus palabras en el tiempo y por lo que hoy representan para tantos aficionados/as que entienden todo esto de la misma forma. Así mismo nos quedamos con estas otras reflexiones suyas igualmente espléndidas:
“La bicicleta no es sólo una herramienta de transporte, sino también un medio de emancipación, un arma de liberación. Libera el espíritu y el cuerpo de las inquietudes morales, de las enfermedades físicas de la existencia moderna, de la ostentación, de la convención, de la hipocresía – dónde la apariencia lo es todo, donde parecemos, pero no somos nada –”.
“Después de un largo día en mi bicicleta, me siento fresco, limpio, purificado. Siento que he establecido contacto con mi entorno y que estoy en paz. En días así estoy impregnado de un profundo agradecimiento por mi bicicleta. Incluso si no me divirtiera pedaleando, aún así lo haría por conseguir la paz en mi mente. ¡Qué maravilloso tónico es estar expuesto a luz brillante del sol, a la lluvia, al asfixiante polvo, a las gotas de niebla, al aire rígido, a los vientos que te castigan!"
Tremendas palabras, tan vigentes tras más de un siglo como “sus siete mandamientos del ciclista” que nos dejó como legado.
Los siete mandamientos del ciclista según Velocio:
1. Pocas paradas y por poco tiempo, para no enfriarse.
2. Comer frecuentemente y en poca cantidad. Comer antes de sentir
hambre. Beber antes de sentir sed.
3. No llegar nunca al estado de cansancio anormal, que produce falta
de apetito y de sueño.
4. Cubrirse antes de tener frío, descubrirse antes de tener calor,
no temer exponer la piel al sol, al aire y al agua.
5. Eliminar de la dieta (por lo menos mientras se viaja) el vino, la
carne y el tabaco.
6. No forzarse, no sobrepasar la propia capacidad, sobre todo
durante las primeras horas, cuando uno se siente lleno de fuerzas.
7. No pedalear nunca por amor propio.
Curso de cicloturismo