El trazado del Andalbike de Los Bandoleros pasa (o hace escala si así se desea) por un lugar muy especial, ya que llegar a pedales a una fortaleza árabe con un encantador y minúsculo pueblo en su interior, se convierte en un aliciente más para realizar este viaje.
El Andalbike de los Bandoleros encierra lugares muy especiales, sitios que reúnen muchos de los encantos de este viaje a través de parajes extraordinarios y enclaves excepcionales. Uno de estos lugares emblemáticos es el antiguo pueblo de Castellar de la Frontera dentro de su castillo medieval.
Alojamiento dentro del propio castillo
Todo es especial aquí, desde el acceso, por una carreterilla que atraviesa un espeso alcornocal, la dura escalada por sus empinadas rampas, el emplazamiento en lo más alto de un bello cerro, la inexistencia de trafico en su interior, las vistas sobre el espeso bosque del parque de los alcornocales y el embalse de Guadarranque situado a sus pies, el panorama que divisamos desde aquí, los atardeceres intensamente rojos en los amplios horizontes que domina, la representación animal que la rodea y como no, su historia y encanto particular.
Dejando atrás la fortaleza, camino de Jimena de la Frontera
La historia de este castillo se inicia en el siglo XIII, cuando era frontera del reino Nazarí, desde entonces la misma sufrió diversos asedios y colonizaciones incluidos trágicos acontecimientos de la guerra civil; posteriormente y dada la falta de recursos, la emigración hizo estragos en la población, esto unido a la construcción en 1971 por parte del instituto nacional de colonización del nuevo pueblo de Castellar en las vegas de la Almoraima, provocó su despoblamiento prácticamente total; en aquella época el emergente movimiento hippie buscaba lugares como el que se encontraron en Castellar, no tardando mucho en colonizar de nuevo el antiguo pueblo. De aquellos artistas y bohemios aún quedan hoy un buen puñado por aquí.
El interior del castillo con sus calles peatonales primorosamente cuidadas
Declarado monumento histórico-artístico, el antiguo Castellar de la Frontera y su castillo ofrecen hoy día al visitante un regalo de sensaciones, puestas de manifiesto en sus intrincadas callejuelas primorosamente encaladas, en sus innumerables rincones cargados de exuberantes flores, en sus ventanas abiertas a la naturaleza o en cualquiera de sus espacios que nos evocarán tiempos pasados. Gracias a un pequeño hotel habilitado en el interior de sus torres o en unas casas rústicas ubicadas en sus minúsculas calles, nos brindan la oportunidad de completar nuestra visita con la experiencia de dormir en esta fortaleza.
En definitiva, un regalo para el cicloturista que con su bici penetre en lo más profundo de un lugar cargado de sensaciones en un remanso de paz y tranquilidad.